TODAS LAS MEDIAS NOCHES

A medianoche, 
cuando el aire se torna doliente
por cada germen que ronda estos orificios nasales,
la  fluidez, termina por cortejar la neurosis de la tarde...

Las bestias abandonan el viejo puerto 
a la misma hora en que finalizo el turno de encargada de Faro,
envío los relámpagos y los temporales sobre ellos
ajustando mi reloj de adolescente impaciencia
a la hora en que sueno como rutilante joven ya adulta...

Hay trampas que deambulan sin ser descubiertas,
no obstante y en defensa, digo; 
aprendí a sacar los pelos de la lengua,
tal como el polvo a la alfombra, 

Y se me vienen las noches 
bajo silenciosas paredes vestidas de rojo,
manos vestidas de rojo 
con el corazón chorreando toda exaltación roja
ecualizando una vez por mes el respirar de una pulga 
y la sonata que hubo igualmente en mi sueño

El aroma de fruta que destila mi casa cuando 
después de todo llega la calma, es buen síntoma; 
la loza limpia y guardada, 
los pantaloncitos y la corbata de escuela pública,
las nubes lejanas en el norte y mi pijama bajo la almohada...
verte a los ojitos de azul castaño mi niño...

Las hay, así mismo, 
noches frenéticas donde el mundo se cuela amenazante 
inundandolo todo, abasteciéndome completa,
clasificando cada elemento en ese armario repleto
que surtirá los siguientes 3 meses de sequía,
si, noches así las hubo...

Noches de tropiezos y ebriedades,
de caricias melódicas ante la lujuria de portales auditivos, 
de morisquetas en la ventana de la cocina
de responderle a Tarzán en mi propia pesadilla 
de frenesí ante el interminable primer acto,
de tristeza por augurar un final a esta obra de teatro...










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