Hago pausa y punto suspensivo
en cada momento que vibro contigo…
Por estremecer mis vértices,
por flectar mis ángulos en perspectiva
por conmover hasta la última capa de la piel
y seas único, en tiempo y espacio,
con la capacidad de hacerme sentir más que viva…
Repaso mi dactilografía sobre tu húmeda piel
y en silencio nos proporcionamos
colores al rostro, música a los oídos
y ligeras texturas que fluyen desde tus manos
a cada uno de mis sentidos…
Tengo la efervescencia en dirección a tus ojos,
la envuelvo y adorno por las noches
para que vuelvas a besarla en la nueva mañana
mientras yo tiemblo, palpito, tirito
y desencadeno escalofríos que arrasan
con cada uno de mis poros…
Hablar de ti no me atrevo…
Nombrarte con la voz quebrada
besarte en cada letra, acariciar tus espasmos
y hablar de cómo me emocionas, no me es ajeno,
pero decir tu nombre me lo come el viento
o tal vez decaigo en el intento
Decir que te quiero es mi triunfo y premio.
Saborear la estadía de mi corazón
cerca de tu hígado o viceversa,
es una alegría y no un sueño…
Tomar la locura como punto partida
al
imposible que se supone, “quimera” perfecta,
es un cuerdo presagio por donde ya asoman
nuestros primeros pasos, quizás,
en dirección correcta
es más bien,
mi sendero hipnótico predilecto…
