El arte de escribir y otras mentiras burdas



I



“El eclipse de tu mirada envuelve mis espacios

tan recónditos y esquivos,

que trastornan los causes vibrantes

de mi palpito en tu ser”


En realidad es:

Que tus ojos dan miedo cuando no los cierras

mientras copulamos.





II


“Esa aurora interminable, que atraviesa nuestras fibras

y se aferra al inmenso universo efímero, que somos los dos,

cuando tomados de la mano, la escarcha nos acompaña…”


En verdad sólo es:

Que por algún estúpido error, nos quedamos a la intemperie,

de seguro ebrios y haciendo maromas para tratar de ponernos de pie.








III



“El caudal de tus ojos fulgurosos e invictos en soledades,

dejan su huella repetida y transparente de ti en mi”


Quizás sea:

Esa noche en el bar me guiñaste el ojo muchas veces,

casi tanto como a otras, hasta que me di cuenta que,

por tus rasgos esquizoides, traes un tic.








IV



“Mi voz efervescente que se cuela por tus aires

rasga las murallas con un son palpitante y tú,

ser humano insondable e impenetrable,

sostienes la brisa electrizante que deja mi paso en tu atardecer”


Es de seguro:

¡Escúchame de una vez por todas huevón!

(y otros epítetos)








V



“Acentúo la distancia, llena de lamentos y caricias al debe,

bajo el ritual nostálgico que es imaginar tu cuerpo


tan humano sobre el mío...”


Tal cual
.


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