En el fondo del mar

Un día,
en el fondo del mar me quedé sumergida
y una mirada cristalina que en mi se desvanecía
no hizo más que acoplarse al ritmo lunar

Ese día,
cuando los padres del ocaso bebían,
tuve la oportunidad concreta y rutilante
de volverme forma, de bailarles el tango del Apocalipsis
con un alga como pucho en la oreja,
mientras ruborizada por la estampa de Neptuno
acudía con la sonrisa y el alma sonora

Ese día y esa noche,
luego de evidenciar la vieja costumbre
de llegar puntual a los dolores
pero impuntual a las festividades,
lancé las risotadas del mundo en un sólo impulso
y no hice más que mostrar la hilacha
Acudí al hemisferio de al lado
para abrochar tus zapatitos color fuego
y abotonar tu espalda magullada

Hoy, sumergida en esta inmensidad,
he decidido quedarme en el medio
a la espera de la burbuja que me haga respirar
invocando a que se encienda la luz del sótano
y se organicen los instrumentos para
tocar mi canción favorita en este ensayo general

Hoy y mañana, en el fondo del mar,
enmudecida tras los barrotes submarinos
quedo catatónica de nombrarte
y buscarte en las lapidas acuáticas
donde nuestros muertos confluyen como
flujos, quizás como única materia
o tal vez sólo se volvieron algas


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