Parkinson en el alma

Atravieso las sombras sin verte, sin hallarte
apareces entre las calles de mi noche, con tu mano fría
con tu rostro inerte
te multiplicas en mis solitarios bosquejos
donde también doy vida a la mosca que avanza de frente
y en el fondo, tu hermoso y eclipsado ojo me estremece
Me interno en las ondas que proyecta tu iris profundo
tu cristal de miel y agua
y despierto con tu respiración de madrugada, agitada
hipnotizada en este viaje en que nace mi cansancio a veces tartamudo
donde muero de miedo desde antes
donde ataca el miedo desde mucho antes
- Tengo ganas de llorar- le decía a mi madre
y sin que ella preguntase, sólo iba y me abrazaba
yo lloraba, lloraba tanto que sin notarlo dormida me quedaba
y encontrarme sin sus brazos era pesadilla en la madrugada...
un desesperado recuerdo de los 7 años
tan desesperado como el dolor que ahora guardo por no hallarte
por no ver los dedos que traen tus brazos para cobijar este cuerpo amante
por perder el olor de tus cariños que borraban el Parkinson
de mi ilusión sollozante...




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