Todo puede ser amor...

¿Tienes fuego?- le pregunté, 
mientras miraba de reojo su nariz roja,
como producto de la comezón,
- Si claro!, de inmediato- me respondió, 

al tiempo en que se apuraba por sacar de su bolsillo 
un encendedor y un pañuelo desechable,
-Me lo devuelves ¿eh?
- ¡Claro, ya terminé!- le dije,
(con sorpresa observé que, antes de guardar el encendedor,
pasaba el pañuelo desechable con insistencia sobre el mechero
y el resto del cuerpo del articulo inflamable, acto seguido,
saca otro pañuelo pero, esta vez, para refregar su nariz)
-Sabes, tengo ganas de conversar contigo -me dijo,
Ah, perfecto- dije, un tanto sorprendida de su actitud,
pero asintiendo con amabilidad...
-Mira, yo te vengo observando desde hace una cuadra de distancia, pero desde la distancia que es este punto y la solera de enfrente de donde venías,
no desde antes que salieras del banco con dirección a la oficina municipal,
no, no es desde ahí que te hablo, es desde más acá
- especifica entusiasmado,
y me ha llamado la atención que traes en tus manos un libro y a decir verdad,
no puedo soportar la curiosidad de saber de qué se trata…
¡Vaya, pero que observador!...- dije con evidente inquietud,
Mira, se trata de un escritor que no puede dejar de pensar en una polaca
que conoció en una casa de habitaciones de alquiler en la ciudad de Brooklyn...

-Disculpa, ¿te parece que si mientras me comentas el libro, caminemos hasta ese banco para tomar asiento y estar más tranquilos?
Mmm… bueno, por que no -dije un tanto complicada, pero vencida a la vez...
(desde donde nos encontrábamos y caminando hasta el asiento,
contó 10 pasos en voz alta y sin parar...)
Continúo…
La historia trata de éste escritor que conoce a Sophie,
una chica polaca y católica que está muy enamorada de Nathan,
un joven judío que la salvó de sus problemas de salud por efectos de la guerra en los campos de concentración en Auschwitz…

(cada vez que yo hablaba, movía la boca como siguiendo mis palabras,
pero sin emitir sonido)
Me pones nerviosa-dije con firmeza,
-¿Pero porqué, acaso no te gusto?
¡De qué carajo me hablas?!
-No sé, te lo digo porque esa novela que traes en tus manos, es mi favorita…
¿Y eso que tiene que ver?, ¡a mí que me importa!...
-Siempre te veo venir con ese libro y cuando pasas cerca de mi,
vienes con evidente intención de guiñarme el ojo…

¿Me estas tomando el pelo verdad?...
-¡Claro que no, claro que no!, apostaría a que cada vez que pasas frente mío,
te tomas el pelo a propósito, para que yo te vea…

Estas completamente loco…
-¿Y qué me dices de las veces, en que te digo “buen día” y tú sonriente, me respondes?, ¿ que, acaso eso no lo haces con intención?...
No, permiso pero me voy…
-Esta es nuestra primera pelea…
¡Primera pelea de qué idiota!
-De estar juntos, los dos, así como ahora...
¡Juntos las pelotas, entrégame mi libro!
-No puedo, porque debo programar los siguientes 60 segundos que estaremos juntos
mientras tu me gritas y yo te converso, ¿entiendes?

Estas enfermo…
(mientras tanto, saca del bolsillo izquierdo varios pañuelos para limpiar su nariz)
Esto no nos va a llevar a nada bueno… –le dije, como convenciéndolo de que se retracte-
-Para mi todo esto es maravilloso, según el cronómetro,
ya han pasado 30 minutos desde que tu estas aquí, conmigo

y esta es para mi, la relación más larga que he tenido…



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