Oda al Marqués

Cae en el espejo ardiente boca sin pintar
y es reflejo de gotas sudorosas 
que ladran y que hierven
a ritmo de un pecho sin botones
a piel abierta
gimiendo en rojo a borbotones
cuando oscuro pernocta también mi sentir

Flotan por los pasillos
suspirosos gritos 
cristalizados por mordiscos de perra
y en las vitrinas incendiadas 
sonríen crucifijos voyeur 
vibrantes, puntiagudos y eternamente voyeur...

Voz gruesa y masculina al oído
que entrecortada reza en tono bajo
implorando al Marqués digna sentencia
a Sadistas pecadores, ¡todos pecadores! 
por no batirnos las pieles y las lenguas
por no incendiarnos y terminarnos por completo
o masticarnos los unos contra los otros,
¡ya de una puta vez!...





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