Barro y fuego sucumben
zigzagueando el territorio
y esa voz infame que da vueltas roncando o silbando
las repetidas palabras cortadas
por donde comienzan las A y suplican las Z
Permanezco presente en la plegaria nocturna
en que el pequeño Faro alumbra la imagen
tarareando las mismas palabras cortadas
donde las A mantienen ilusorias razones
y las R se revuelcan sangrientas en su naufragio,
muriendo el año antes de su propia muerte ya escrita
De barro como puercos nos vestimos
enredando las horas y también los calendarios
para abrazar ya sin ritmo
el reflejo por donde te veo pasar sonriente
y en el alba sollozando,
sosteniendo los vectores que conducen
a mis abandonadas y pequeñas muertes
A mis llantos de dolor violento
incomprendidos e inconfesables
a esos mismos que cubriste con el manto gris
y la desgracia eterna de saberme incauta
en todas las estrellas y todas las mañanas
De vez en cuando afino las pupilas
para apuntar bien la flecha
y retirar de ti ese suspiro permanente
donde extasiado te lanzas por el barranco
gritándole a la Verga lechosa del mundo
que mis alas no cambian de forma
y que más bien parecen Garras
La Vanidad también aletea
orgasmeándose por conocer desdicha
y son mis dedos lejanos hologramas del presente
donde aquí o allá nos veíamos...
Ya ahora, recordando los Palacios en que no te encuentro
o puramente, imaginando las Ruinas donde tampoco me hallo...
zigzagueando el territorio
y esa voz infame que da vueltas roncando o silbando
las repetidas palabras cortadas
por donde comienzan las A y suplican las Z
Permanezco presente en la plegaria nocturna
en que el pequeño Faro alumbra la imagen
tarareando las mismas palabras cortadas
donde las A mantienen ilusorias razones
y las R se revuelcan sangrientas en su naufragio,
muriendo el año antes de su propia muerte ya escrita
De barro como puercos nos vestimos
enredando las horas y también los calendarios
para abrazar ya sin ritmo
el reflejo por donde te veo pasar sonriente
y en el alba sollozando,
sosteniendo los vectores que conducen
a mis abandonadas y pequeñas muertes
A mis llantos de dolor violento
incomprendidos e inconfesables
a esos mismos que cubriste con el manto gris
y la desgracia eterna de saberme incauta
en todas las estrellas y todas las mañanas
De vez en cuando afino las pupilas
para apuntar bien la flecha
y retirar de ti ese suspiro permanente
donde extasiado te lanzas por el barranco
gritándole a la Verga lechosa del mundo
que mis alas no cambian de forma
y que más bien parecen Garras
La Vanidad también aletea
orgasmeándose por conocer desdicha
y son mis dedos lejanos hologramas del presente
donde aquí o allá nos veíamos...
Ya ahora, recordando los Palacios en que no te encuentro
o puramente, imaginando las Ruinas donde tampoco me hallo...
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