Cuando el día
devore mi garganta,
cuando la noche se fume mis venas,
yo seguiré en la vereda con la furia en vela,
con el tronco en serie
con los senos al aire,
abofeteada y desdichada,
soñando con los valles donde la Luna
hace sus necesidades.
Cabeceando en la realidad
soportando la realidad,
abrazando la única esperanza del cigarro huacho en la cajetilla,
pretendiendo acariciar los esqueletos de ti
los últimos sorbos de ti,
con el cerebro en shock y el brazo paralizado,
con los demonios enfrentados y el ventilador calcinado...
Voltearé el rostro
para buscar tu sonrisa,
con ella pretenderé adornar mi día,
el día en que se rebalsó el agua de los Nichos
por ese cementerio que es mi escritorio,
en las tumbas que son mis letras,
en las flores que nunca tuve
y el visitante que jamás vino...
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